Madre Es Ciega Y Ella Y Su Hija Son Albinas. Ambas Vivían En Un Quiosco En Bolivia

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Una madre soltera trabaja su quiosco en Chasquipampa en Bolivia, lugar que además era el hogr de ella y su pequeña hija e 4 años.

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El quiosco en la calle 51 de Chasquipampa en Bolivia es propiedad de Maritza Mamani. Ella vende bolsas de papas fritos, unas de limones y eucalipto, además de otra mercadería. Hasta hace poco ese lugar no sólo era donde trabajaba, sino donde además vivía con su hija Maribel. Madre e hija son albinas.

Maribel luce su pelo blanco recogido en dos trencitas y mientras su mamá trabaja en el quiosco, ella juega con sus amigos. Ambas sonríen todo el tiempo a pesar de vivir en la más absoluta pobreza.

“Esta pobre Maritza sufre mucho; nosotros la conocemos desde que llevaba a la Maribel en brazos, bien pequeñita. Por todas partes iba vendiendo, era ambulante, pero siempre con su guagüita, nunca se separa de ella; en ese quiosco vivían las dos”

– dijo una las vendedoras que se encontraba al lado de esta madre albina a Página Siete

Maritza casi tuvo un hogar en Ullau Ullau al encontrar un alquiler a 36 dólares mensuales, que la mujer a cargo le dejó en 33 dólares al mes. Aunque ese lugar estaba un poco apartado de donde trabajaba, era mucho más barato que los 71 a 115 dólares que le pedían mensualmente en otros lugares. Cuando ella y su hija habían encontrado paz en ese arriendo, Maritza empezó a ser amedrentada por otras comerciantes debido a que había cambiado de vender dulces a frutas sin realizar los trámites correspondientes, por eso decidió quedarse en su quiosco junto a su hija, mientras temía ser detenida.

“A la niña y a mí no nos llama la atención la comida; pueden pasar hasta tres días y no tenemos ganas de comer. La Maribel nunca pide comida, yo le doy casi a la fuerza, ¿será algún problema de salud por nuestra condición? ¿Alguien nos podrá orientar? (…) Maribel era blanca como yo, cuando nací (…) Yo llamaba igual la atención en mi pueblo, pero me daba vergüenza porque me decían que parecía una abuelita por mi pelo blanco, por eso me tapaba hasta la cabeza y no quería salir ni a la calle; mi mamá me insistía y me decía: ‘¿Qué hacemos hijita si Dios te mandó así?, ¿de qué tienes vergüenza? Yo me siento muy orgullosa por lo linda que eres’. Así me animaba a salir”.

– dijo Maritza–

Maritza hoy tiene 22 años y se tiño el pelo negro para pasar desapercibida. Ella dio a luz a su pequeña a los 18 años y tuvo que recuperarse sola de su parto. Al no tener información sobre el albinismo, la luz causó daño en los ojos de Maritza y a los 15 años perdió gran parte de su vista, pero sus padres la llevaron a la Paz y allí la inscribieron en el Instituto Boliviano de la Ceguera, donde se hizo independiente al aprender a usar el Braille y amoverse aún sin ver.

Ella conoció al hombre que la enamoró y con quien tuvo a Maribel, pero su historia de amor terminó en violencia y abandono, sufriendo violencia y humillaciones por parte del hombre e incluso la familia de este intentó quitarle a su pequeña al verla sola y sin poder ver, pero ella, aún ciega nunca ha dejado de luchar por sacar adelante a Maribel.

“Ella no tiene por qué sufrir, además, quien la tenga la va a querer un rato, no como yo, su mamá, que la voy a amar siempre. Además es mujercita y no se separa de mí (…) Cuando crezca le voy a contar cómo fue nuestra vida, lo que andábamos juntas, siempre juntas. Ella es como mi pareja, mi hermanita, mi amiga; es como mi ropa, mi joya. El amor que le tengo es único, sin ella no sería gente (…) La Maribel tiene un carácter bien fuerte, a veces es voluntariosa y grita, ojalá cambie; yo le recomiendo que no sea así; pero a veces también pienso que si es callada y humilde como yo se pueden aprovechar de ella, como lo hicieron conmigo; pero, pensándolo bien, prefiero que sea humilde y no haga daño a nadie”.

– contó Maritza–

Al parecer esta vida tan difícil está por terminar, porque hace unos días unos periodistas de Unitel se presentaron con la intención de darle un hogar. Maribel contó su historia y logró conmover a todos, incluso a las autoridades quienes ya pusieron en marcha ayuda para madre e hija brindándoles alimentos, lentes, electrodomésticos, juguetes, ropa y un horno. Maritza sueña con tener una casa y un terreno para ella y su hija, para que ambas salgan adelante y sean felices.


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