La Horrible Realidad De Los Perros Con Los Que Practican Los Estudiantes De Veterinaria

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Sin la intención de ahondar en el tema de, si es o no necesario o cruel o mejor o peor, trabajar con animales vivos para estudios y pruebas científicas, hoy queremos exponer una temática que en muchas partes del mundo, ha permanecido en la sombra por mucho tiempo.

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Lo que te contaremos, data del año pasado cuando un grupo de estudiantes de Medicina Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, comenzó a indagar sobre las condiciones de vida y hasta de salubridad en las que se encontraban los perros que estaban destinados para las clases prácticas de estos alumnos.

La realidad a la que estos estudiantes intentaban buscar una justificación era la misma a la que ellos eran testigos cada vez que debían trabajar con estos animales de la facultad.

Con el afán de luchar y defender los derechos y el bienestar de estos animales, es que esta historia y sus imágenes salen a la luz, para crear conciencia de cómo son tratados muchos animales que viven en laboratorios o instituciones educacionales y por fin, intentar de hacer algo por ellos.

 

Una vida miserable…

En la actualidad, la facultad de Veterinaria de la UCM, alberga en sus instalaciones a 18 beagles, que están destinados a ser ratas de laboratorio para todos los alumnos que necesitan practicar distintos procedimientos veterinarios. Estos 18 animales viven en 8 jaulas, las que no cumplen con ningún mínimo estándar de comodidad para la vida canina.

Tampoco cuentan con algún tipo de estímulo ni físico ni emocional, mucho menos condiciones en las que se puedan alimentar o hidratar como corresponde, pues todos los perros comparten agua del mismo bebedero y los comederos, también se reparten entre varios, lo que siempre provoca peleas y hambre en los canes más pasivos.

También, sufren una enorme carencia de actividad de acuerdo a lo recomendado para los canes de su raza, lo que se traduce en un comportamiento ansioso y un estado mental muy penoso.

 

Suciedad y condiciones insalubres

Los alumnos denunciantes, afirman que es común acabar con las manos pegajosas y llenas de mugre luego de tratar con uno de sus pacientes caninos. Los dientes de estos animales, están llenos de sarro, sus orejas sucias y además, suelen hacer sus necesidades encima de ellos, durante las prácticas.

En teoría, a los animales se les baña una vez al mes, pero dada las condiciones de salubridad en las que viven, algo más de higiene es lo que estos animales necesitan, afirman los practicantes.

Muchos de los animales, además, presentan heridas u otros problemas físicos derivados de la falta de socialización, el miedo, la ansiedad y el entorno insalubre en el que viven, pero por desgracia, parece que nadie se preocupaba antes de estos problemas.

 

Poca socialización y nulo cariño

Los beagles son una raza conocida por ser de caza  por lo que son animales muy activos, con unas necesidades muy concretas respecto a su forma de socializar y también de relajarse. Sin embargo, durante años, estos 18 ejemplares solo han salido a penas 20 minutos cada unos días, a un patio interior donde sus posibilidades de esparcimiento son muy limitadas.

Emocionalmente, estos perros están desequilibrados pues sufren de altos niveles de ansiedad y también de miedo, pues no han conocido de nosotros, los humanos, más que frialdad y procedimientos médicos.

Hasta hace unos meses, nadie sabía de las terribles condiciones de vida del día a día de estos beagles, pero gracias a la protesta estudiantil que inició con la denuncia de estos estudiantes, hoy se han ofrecido plazas para trabajar en el cuidado diario de estos perros. Ahora, hay personas encargadas de salir a pasear con los perros al exterior de las instalaciones al menos 2 o 3 veces a la semana, por lo que han sido capaces de desarrollarse mejor con otros perros y también con los humanos que los rodean.

Uno de los voluntarios encargados de esta vital actividad para estos perros, cuenta de su propia experiencia cómo fue la primera vez que salieron con los perros, “al entrar por primera vez, algunos perros se tiraban a la puerta pidiendo ayuda para salir o llamando la atención, otros se alejaban al fondo de la jaula, con miedo, mucho miedo… casi todos tenían heridas por lamido, su pelaje era fatal y tenían la boca horrible…”.

 

Deficiencias en el plan de adopciones y jubilaciones de los animales

Es que, lo más terrible de todo, es que tampoco existe algún tipo de protocolo transparente que estipule y garantice la “jubilación” de estos animales, cosa que sí está resguardada para los perros de asistencia o los que trabajan en las fuerzas policiales.

Se supone que, en teoría, estos perros dejarían de “trabajar” a los 10 años, sin embargo, hay constancia de que algunos de los ejemplares hoy en cuestión, superan esa edad y aún siguen siendo sometidos a prácticas veterinarias.

Como si fuera poco, las asociaciones que trabajan por la defensa de los derechos de los animales, han intentado gestionar algún tipo de plan de adopciones para poder liberar a estos perros del animalario de la universidad y, hasta hace un tiempo, habían varias opciones en marcha, sin embargo, los responsables del animalario simplemente decidieron cesar con la colaboración, antes de llegar a algún acuerdo.

 

A un paso de la ilegalidad

Sea como sea, muchas personas afirman que la situación que se vive en la facultad Veterinaria de la UCM, es que la situación está siendo manejada a tal manera, que se bordea la ilegalidad en muchos aspectos.

De acuerdo al Real Decreto 53/2013, que regula las normas de bienestar de los animales que son destinados a la investigación y docencia, los beagles del animalario en cuestión deberían vivir en instalaciones que sean adaptadas para sus necesidades, con las comodidades para un descanso apropiado, estímulos para su salud mental y también una alimentación adecuada y asegurada para cada animal. Además, el uso de los animales solo debe ser en casos que sean necesarios pero si es posible, deben ser dejados al margen.

Los 18 beagles del animalario, presentan gran cantidad e heridas, úlceras y calvas en su pelaje, debido a su cautividad y a la ansiedad a la que son sometidos. Por lo mismo, se lamen compulsivamente, pelean entre ellos e ingieren cualquier elemento u objeto que encuentren en su camino.

De acuerdo a las leyes, estos perros solo deberían ser utilizados para la práctica de procedimientos no invasivos, como lo pueden ser las pruebas diagnósticas externas y controles de temperatura, además, tampoco debieran ser destinados a la investigación, sino solo a la enseñanza de los alumnos. Sin embargo, los registros de salida y entrada de estos animales, revelan que estos pobres ejemplares pudieran estar siendo utilizados para otros fines, de manera abusiva y sistemática, para realizar más prácticas de las permitidas y para otro fines, como los son las investigaciones en doctorados o los trabajos de fin de grado.

Detrás de todo este montaje en el que solo los inocentes son víctimas, existe, como siempre, todo un despliegue de intereses políticos y económicos, de los que ni el entorno académico se escapa y solo nos queda esperar que la presión de los alumnos, junto con el apoyo de los medios pueda hacer sonar las alarmas en los organismos con capacidades para prevenir y detener estar situaciones de una vez por todas.


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