Investigador Británico Pasó 2 Meses Viviendo En La Calle Y Dijo Que Nunca Más Daría Dinero A Personas Sin Techo

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Ed Stafford es un aventurero y viajero que protagoniza la nueva película documental de Channel 4 llamada “60 días en la calle”. El también ex-capitán del ejército británico decidió dejar a su familia y su acogedora casa para vivir como una persona sin hogar durante 2 meses. Así, debió pasar un invierno sin comida, dinero ni refugio para descubrir cómo viven los vagabundos.

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Las personas sin techo abundan no sólo en los países con bajo poder adquisitivo y muchos habitantes. En 2018 se contabilizaron 320.000 personas sin casa o departamentos propios en el Reino Unido (algo así como 1 cada 200 personas). Más de la mitad de ellos vive en Londres y muchos de ellos son militares retirados.

Stafford, de 43 años, decidió descubrir en primera persona cómo es vivir en las calles de Londres, Glasgow y Manchester.

Hace unos años, Ed había entrado al Guiness por ser la primera persona en superar a pie una distancia de más de 6,4 kilómetros a lo largo del río Amazonas. Durante un rodaje para Discovery Channel, pasó dos meses aislado en Olorua, una isla desierta en Fiji. Ahí no tenía comida, agua, vestimenta ni herramientas. Muchas veces el coraje lo abandonó y podía llorar por la más absurda nimiedad. Otros días tenía un apetito insaciable.

Pero pensaba que la vida sin techo sería la más aterradora para él.

Viviendo sin hogar en Londres

Pero una vida sin hogar resultó más lucrativa de lo que pensaba. En la noche, Ed podía alcanzar entre 100 y 200 libras (esto es, entre 130 y 260 USD), lo que supera el sueldo medio de un londinense. Y tampoco necesitaba comida, pues habían voluntarios que distribuían hamburguesas y otras comidas rápidas de manera gratuita para las personas sin hogar en grandes cantidades.

Y en Glasgow, Ed contó hasta 26 voluntarios entregando alimentos para 2 personas sin hogar. incluso uno de ellos se quejó de que lo estaban sobrealimentando.

En sus dos meses en la calle, Ed subió más de 5 kilos. Pero si hubiera continuado comiendo los grasientos (y baratos) alimentos que le eran donados, podría haber terminado sufriendo enfermedades cardiovasculares.

Durante el experimento, Ed también se arriesgó a probar el contenido de la basura. En uno de ellos encontró una ensalada que parecía en buen estado, pero cuando la estaba comiendo descubrió la goma de mascar de alguien.

Para asearse, muchas veces estaba obligado a usar el agua de los inodoros en los baños de las cafeterías donde lo dejaban entrar, pues sólo en una cabina cerrada podía desvestirse completamente para limpiarse las zonas del cuerpo donde más picazón sufría debido a la suciedad y el sudor.

Ed creía que nadie más que él hubiera querido pasar sin techo las frías noches inglesas por su propia voluntad, pero en realidad muchos vagabundos preferían la calle a un refugio temporal. Uno de los hombres consiguió 20 libras en apenas 20 minutos pidiendo dinero a los transeúntes para acudir un albergue, pero se las terminó gastando en drogas para pasar la noche.

Y Ed no era el único mendigo ficticio: varios tenían su propio departamento y salían a las calles en busca de dinero fácil para suplir sus adicciones. Pedían dinero para alojamiento y luego lo gastaban en alcohol y drogas.

Uno de sus “colegas” desamparados llamado Darren afirmó que a veces podía conseguir hasta 600 libras en una noche de manos de transeúntes borrachos, pero generalmente cuando alcanzaba las 100 se iba a su departamento a ducharse y cenar.

Según Ed, incluso quienes realmente carecen de hogar no necesitan tanto de dinero en efectivo como de ayuda psicológica y reinserción social.

Por ello, y pese a la simpatía que le habían generado al conocerlos más de cerca, dijo que no le daría más dinero a los sin techo que viera en la calle.


Cómo terminar en la calle

Pese a la gran cantidad de dificultades y el peligro que supone vivir en la calle, cuando finalizó el experimento Ed sentía un cierto placer en gozar de la libertad que esa forma de vida le ofrecía. No tenía las restricciones y los regímenes propios de su vida real, por lo que le resultaban unas vacaciones bastante satisfactorias. No en vano, dice, que incluso quienes han aceptado su destino siguen llevando un estilo de vida de vagabundo en su corazón.

Varios terminaron en la calle de jóvenes, por huir de padres drogadictos, escapar de la violencia de sus familiares o por quedarse sin hogar luego de una difícil infancia.

Mientras estaba en las calles de Manchester, Ed conoció a Deana, madre de 6 hijos que un tiempo había sido modelo para M&S y Debenhams. Pero su vida se descarriló a los 13 años: sus padres se divorciaron y debió vivir con su madre drogadicta. A los 15 años se enamoró de un chico con quien tuvo sus hijos.

Ahora, sus niños viven con su padre mientras ella capea el frío en un refugio temporal que se hizo con carpas y carretas viejas que encontró en el basurero. Aunque Deana sufre de drogadicción, esto no la hace olvidar el dolor de separarse de sus hijos.

Deana estaba feliz de compartir con este ex-militar, a quien incluso invitó a compartir unas galletas.

Mientras participaba de este experimento, Ed debió enfrentarse a la agresividad y la adicción a las drogas, vio pelear a dos vagabundos que querían ocupar un lugar favorable en la calle. Fue perseguido por la policía bajo amenaza de arresto por pedir limosna y una vez encontró que su saco de dormir estaba mojado porque alguien más lo había orinado. Pero eso no era el peor de los casos: también vio que alguna gente le prendía fuego a los sacos de dormir de los vagabundos.

Y, una vez terminado el experimento, cuando Ed volvió a visitar a Deana encontró que su refugio temporal había sido barrido y ella ya no se encontraba ahí. Ojalá se encuentre sana y salva.


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