Fue Condenada A Muerte Y Se Negó A Ser Vendada, Pero Hizo Algo Que Grabó En La Historia

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Margaretha Gertruida Zelle nació el 7 de agosto de 1876 en Leeuwarden, Países Bajos. Su padre abandonó la familia y su madre murió cuando era muy pequeña, desde entonces quedó huérfana, no tenía donde vivir ni un futuro muy cierto, pero el destino ya tenía planes para ella.

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A los 15 años estaba completamente sola en el mundo, pero decidió seguir estudiando y convertirse en maestra. Por la falta de afecto, necesitaba sentir cariño de alguien y se involucró con el director de la escuela, cuando la relación fue descubierta, la despidieron.

A los 19 años conoció a un oficial de marina, se casaron y decidieron seguir su vida en Indonesia, donde él trabajaba. Margaretha se adaptó rápidamente al lugar e incluso aprendió algunos de sus bailes típicos, sin embargo su matrimonio no era muy feliz, su marido estaba siempre borracho y además estaba infectado con sífilis. Tuvieron dos hijos pero ambos fueron muy enfermizos y murieron cuando eran niños.

En ese momento cambió su nombre a “Mata Hari” (el ojo del día) y la ayudó a encontrar una nueva identidad.

 

El 1902 se separó de su esposo y se fue a vivir a París, en donde trabajó como bailarina exótica para tener dinero para vivir.

Tres años después Mata era conocida por mucha gente, su baile era muy bueno y destacaba por su gracia felina y los movimientos de sus curvas. Incluso realizó una gira por toda Europa.

Para la época ella realiza un show bastante erótico y además bailaba casi desnuda, solo con unos finos velos y joyas en los pechos.

Logró tal fama que atrajo a hombres muy influyentes y se convirtió en la cortesana más famosa de Europa.

En 1915 ya estaba muy vieja para seguir su carrera de bailarina exótica, así que decidió volver a los Países Bajos con un hombre que había conocido. Se casaron pero la felicidad duró muy poco ya que él fue llamado al servicio militar.

Un día Mata se enteró de que estaba herido y viajó al hospital donde estaba para ayudarlo, pero las autoridades Francesas no le permitieron verlo. Le ofrecieron un trato: ella podía visitarlo si aceptaba espiar a los alemanes. Ella amaba a su esposo y aceptó el trato.

Comenzó a trabajar de espía y no pudo conseguir ninguna información útil, pero los alemanes descubrieron que estaba espiándolos. Entonces la obligaron a servirle a ellos, convirtiéndose en un doble agente, algo bastante peligroso.

Hasta que en 1917 la detuvieron en Francia y la condenaron a muerte. Durante la ejecución se negó a que le vendaran los ojos y en cambio lanzó un beso a las personas que estaban en la plaza para ver su ejecución.

Esta mujer pasó por mucho durante su vida, pero nunca bajó los hombros. Es una historia impresionante, compártela con tus amigos. 


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