Afectados por el estilo de vida moderno, todos en algún momento, nos quejamos de algo. Es totalmente natural y nos permite liberarnos de tensiones en situaciones complejas o dolorosas, pero aunque no lo notemos, a veces nos roba energías.
Ser el apoyo de nuestros seres queridos cuando lo están pasando mal está bien, pero escuchar constantemente a esas personas que se quejan por todo es mucho más perjudicial de lo que imaginamos.
Incluso, esa actitud puede ser tan tóxica y manipuladora que podemos llegar a pensar que somos insensibles o egoístas por no querer seguir escuchando. Por eso es importante identificar estas situaciones, conocer los efectos negativos que tiene sobre nuestra vida y hacer algo al respecto.
El perfil de las personas que se quejan por todo
Siempre se hacen las víctimas, se quejan porque sí y porque no, pero por sobre todo, nunca hacen nada para cambiar lo que les molesta. Al principio nos puede parecer normal, pero con el paso del tiempo nos damos cuenta que no es que estén pasando por una situación difícil, sino que la queja es un hábito que forma parte de esa persona.
La queja se transforma en un acto consciente o inconsciente de manipulación, con la cual tratan de generar culpa, compasión o solidaridad, casi siempre para no asumir sus propias responsabilidades.
Consecuencias de escuchar a la gente que se queja
Como la actitud de estas personas es tan negativa, comenzamos a sentir una carga que no deberíamos llevar. Aunque podemos aconsejarlas y ayudarlas, exponernos a ellas nos quita una parte importante de nuestras energías.
El cerebro sufre cambios causados por las emociones que se generan por los problemas ajenos. Por lo tanto, la frustración, la culpa y la tristeza modifican algunos procesos que liberan ciertas hormonas como el cortisol e incrementan la susceptibilidad padecer:
- Altibajos emocionales
- Pensamientos negativos
- Disminución de la concentración
- Dificultades para resolver problemas propios
Consejos para enfrentar a las personas quejumbrosas
De nada sirve encerrarnos en la frustración y la amargura. La energía que utilizamos para quejarnos es precisamente la que necesitamos para superar este tipo de situaciones difíciles. No podemos pretender arreglar la vida de los demás cuando necesitamos de ese esfuerzo para generar nuestros propios cambios.
1 . Toma distancia
Intenta alejarte al máximo de las personas criticonas, quejumbrosas y rumiantes, ya que probablemente quieran manipularte.
Cuanto menos atención les prestes, más rápido entenderán que no deseas invertir tus energías en escuchar sus pensamientos negativos.
2 . Hazle entender que el problema es suyo
Aunque te hagas el tiempo para escuchar sus quejas, hazle saber que los problemas que tiene son producto de su actitud.
Intenta que la situación te afecta poco y aconséjale tomar medidas para solucionarlo por sus propios medios.
3 . No muestres debilidad
Las personas quejumbrosas tienen la habilidad de manipular con su actitud. Por eso es importante crear un escudo ante ello y no mostrarnos dispuestos a ayudarlos con cada problema que tengan.
Procura mantener la empatía bajo control para no sentir esa necesidad de ayudar cuando el problema ni siquiera te incumbe.
4 . Establece límites
Hazle saber a esa persona que no quieres que comparta contigo más sus dramas y quejas. Si estás cansado de ser su paño de lágrimas y de escuchar todo el tiempo pensamientos negativos, dile que no te gusta.
Evita que la queja sea una constante en tu vida y si tienes algún familiar cercano con esta actitud, es el momento para evitar caer en su juego y alejar toda esa negatividad que interfiere en tu propia vida.
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