Empatía: Nuestra Capacidad Para Entender Al Otro

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Una delas características típicas del ser humano es la empatía, algo que ya existe en nosotros al nacer y que puede ser desarrollada y utilizada para mejorar el arte de la comunicación.

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La buena comunicación no solo es comprender lo que se expresa a través de las palabras, sino que además entender y percibir lo que el otro está sintiendo.

El poder y la capacidad de la empatía se fortalece cada día como consecuencia de las transformaciones sociales que promueven sistemas de convivencia más inclusivas y libres.

Actualmente en los grupos de trabajo importa mucho más que una persona tenga empatía a que posea conocimientos específicos en su área, pero no consiga conectar positivamente con los demás.

En cuanto al liderazgo, ya existe la calificación de homo relacional como una característica positiva aspiracional para los que tienen esa responsabilidad.

La empatía está dentro de la inteligencia emocional. De acuerdo a las filosofías antiguas, el ser humano es un conjunto de cuerpos que existen y se manifiestan en planos de existencia universal. Poseemos un cuerpo físico, uno mental, uno intuicional y otras más sutiles.

Según este análisis, para tener en buen estado el cuerpo físico, debemos realizar técnica físicas de entrenamiento y, de la misma forma, entrenar el emocional, el mental y así sucesivamente.

Una frase de Gandhi ilustra muy bien este proceso:

“Las tres cuartas partes de las miserias y malentendidos en el mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista“.

La empatía sería más que estar en los zapatos del otro, acercarse a él y caminar a su lado. Hay que tener en cuenta que las relaciones humanas son de ida y vuelta. El otro percibe nuestra señales y si son de fastidio, ansiedad o de poco interés, el encuentro no va a producir un vínculo empático. Por eso lo primero es escuchar, plena y sinceramente.

Es importante dejar de creer que la interpretación propia de los hechos y del mundo es objetiva, importante y única, y aceptar en su lugar que nuestra interpretación es relativa y está sujeta a muchas causas.

Hace unos cincuenta mil años, un integrante de la especie homo sapiens intuyó lo que otro de su grupo estaba pensando y sintiendo, según estima la neurociencia, por lo tanto la empatía no es algo nuevo.

El mecanismo era consecuencia del funcionamiento de las neuronas espejo que, además de conectar con las emociones, nos permite imitar a los otros. Por eso los niños con una hora de vida, por ejemplo, ya logran copiar algunos de los gestos de su madre, como sacar la lengua.

En definitiva, tenemos más cosas que nos unen que aquellas que nos separan. Por lo tanto, lo que impide que usemos la empatía como factor de unión son los condicionamientos, las creencias y los temores a lo diferente.


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