Se Retiró A Los 103 Años… Conozcan A La Mujer Que Salvó Al Mundo De Una Epidemia

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Leila Denmark fue una mujer que pasó a la historia por varias razones, una de ellas es que vivió en tres siglos diferentes, nació en 1898 y falleció en 2012. Como pediatra, llegó a atender a los nietos y tataranietos de sus primeros pacientes.

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Pero además, una de las razones más importantes, es que salvó al mundo de una epidemia: la tos ferina.

Leila dedicó toda su vida a la medicina, recibió varios premios, fue voluntaria y se mantuvo activa hasta retirarse a los 103 años. Incluso apareció en el Libro Guinness de los Récords

como la médica en activo más anciana de la historia de la humanidad. Vivió 114 años y solo estuvo jubilada los últimos 11 últimos.

Fue pionera en advertir que no se fumara cerca de los niños debido a los efectos perjudiciales del tabaco e informaba a las embarazadas sobre ciertas sustancias dañinas para los bebés durante la gestación.

La doctora fomentaba el consumo de agua y frutas, ya que decía que era mucho mejor que cualquier zumo o batido. Llevaba un estilo de vida saludable, lo que definitivamente la ayudó a tener una vida larga, activa y sana.

Estudió física y química, luego trabajó como profesora durante dos años. Cuando su prometido John Eustace Denmark fue enviado a las Islas Holandesas por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, ella no lo pudo acompañar, ya que no le permitían a las esposas acompañar a sus cónyuges a ese puesto. Así fue como Leila se quedó sola en casa y decidió asistir a la escuela de medicina.

Postuló a la Universidad de Emory, pero la rechazaron, probablemente porque era mujer. Sin embargo, no se rindió y finalmente logró estudiar medicina en la Universidad de Georgia.

Todos sus compañeros eran hombres y ella fue la tercera médico mujer en obtener un título en la universidad.

Se graduó en 1928 y se casó con su prometido, John Eustace Denmark. Se mudaron a Atlanta y allí encontró su primer trabajo en el recién inaugurado Hospital para Niños Henrietta Egleston.

Ella fue la primera interna y quien admitió al primer paciente del hospital.

En la década de 1930, abrió su propia clínica de pediatría y continuó ejerciendo como médico hasta mayo de 2001, cuando se jubiló. En sus más de 70 años de trabajo, atendió a miles de pacientes privados pero también ayudaba a familias sin recursos.

Su gran lucha contra la tos ferina

Cuando en 1932 estalló la epidemia de la tos ferina en Atlanta, la doctora comenzó a estudiar a los pacientes con la enfermedad que acudían a la Clínica Presbiteriana Central para Niños, donde trabajó como voluntaria durante 57 años.

Trabajó junto con la compañía Eli Lilly y un profesor de la Universidad de Emory, Dinamarca, para comenzar a evaluar métodos para diagnosticar la tos ferina mediante el recuento de glóbulos blancos y pruebas de aglutinación de antígenos desconocidos. Encontró que este último era “inútil en el diagnóstico de tos ferina”, pero que una prueba para detectar antígenos específicos podría usarse para el diagnóstico antes de que la tos comenzara.

Leila estudió la eficacia de la vacuna contra la tos ferina, desarrollada por Lewis Sauer, en un experimento en donde duplicó la potencia de la vacuna y descubrió que su innovación ofrecía inmunidad más rápido, con menos dosis y sin efectos dañinos.

Su trabajo fue publicado en el American Journal of Siseases of Children y en 1935, recibió el premio Fisher por su investigación en el diagnóstico, tratamiento e inmunización de la tos ferina.

En los últimos 75 años, esta vacuna ha salvado la vida de millones de niños pequeños.

Ayudó a los padres en la crianza de sus hijos gracias a su conocimiento científico

Durante su vida como médico, pasó muchas horas asesorando a los padres en la crianza de sus hijos. Los atendía en su consultam bastante pequeña pero siempre llena de gente. Jamás contrató a una recepcionista, solo optó por una hoja de registro; tampoco era necesario pedir cita y durante los 71 años de trabajo, nunca cobró más de $10 por una visita.

Recibió a los pacientes en su casa para poder ser una madre activa central en la crianza de su hija, una receta que les dio a sus pacientes. Aficionada a la jardinería, dijo en una entrevista al Atlanta Journal Constitution que hacer crecer a un niño era como cultivar una flor: “ambos necesitan mucha atención”.

En 1971, Leila publicó un libro llamado “Every child should have a chance” (Todos los niños merecen una oportunidad), en donde expone su visión sobre cómo debe ser el cuidado y la crianza de los niños.

En el libro recomendaba a las madres que se quedaran en casa a cuidar a sus hijos y que establecieran horarios de alimentación y de sueño constantes.

“Toda mi misión en la Tierra está en este libro”

Leila Denmark

Aunque para ella la medicina era lo más importante a nivel profesional, también le encantaba leer, viajar, jugar golf, la jardinería y la costura, incluso hacía su propia ropa.

Además de trabajar, Leila se dedicó siempre al mantenimiento y cuidado del hogar y de su familia. Cuando su marido falleció en 1990, quiso seguir trabajado hasta que se jubiló en 2001.

Durante sus últimos años de vida (desde 2004), vivió con su hija Mary.

Esta mujer no comía azúcar

En 1998 celebró su centésimo cumpleaños pero rechazó comer tarta por tener demasiado azúcar. Tres años después, a los 103, nuevamente rechazó la tarta y le explicó al camarero que hacía 70 años que no había comido nada que llevara azúcar, a excepción de productos naturales como la fruta.

¿Habrá sido ese el secreto de su longevidad?


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