Ocurrió En 1978: Hallaron 900 Cadáveres En Lo Que Se Conoció Como La Masacre De Jonestown

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Un hecho terrible donde se vieron involucrados niños.

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Todo ocurrió el 18 de noviembre de 1978. Ese día Hyacinth Thrash despertó y se encontró con 900 cadáveres en el suelo. La anciana afroamericana vivía en la comunidad “Jonestown” ubicada en Guyana, un pequeño país al este de Venezuela.

Cuenta que se había ido a dormir a su cabaña y que al despertar a la mañana siguiente no creía lo que veían sus ojos: habían 900 cadáveres en el suelo.

Es un hecho que marcó la historia de Estados Unidos a pesar que no ocurrió en ese país. Este  evento representa el mayor número de bajas civiles por causas no naturales y que se le compara con el 11 de septiembre.

Y lo peor es que fue ejecutado con la simple voluntad de una sola persona: Jim Jones.

Jones nació el 31 de mayo de 1931 en Indiana, Estados Unidos. En los 50s ejercía como ministro cristiano en pequeñas iglesias de la zona rural hasta que fundó la suya propia bajo el nombre de “El Templo de los Pueblos”.

Su congregación tenía un carácter de integración racial lo que era llamativo y poco usual para la época. Pero la “iglesia” de Jones básicamente era una congregación marxista maquillado con referencias cristianas.

Así que se convirtió en culto y que requería de mucha dedicación de parte de sus miembros que lo conformaban miles de personas junto a sus familias.

A medida que crecía, Jones comenzó a predicar sobre el inminente apocalipsis nuclear. Era tanto su delirio que incluso se puso una fecha fatal: el 15 de julio de 1967.

Jones aseguraba que después de la catástrofe, vendría un “paraíso socialista” sobre la tierra.

Como no ocurrió absolutamente nada, Jones terminó por dejar a un lado el cristianismo y se convirtió en ateo. Sin embargo, tenía seguidores fieles por lo que no quedó solo.

En los 70s llevó su sede a San Francisco e inauguraba un templo en Los Ángeles. En San Franscisco ganó renombre entre los funcionarios públicos y medios de comunicación. Donó dinero a muchas  causas benéficas y entregó muchos votos a los partidos políticos. Se hizo famoso.

El Templo ofrecía grandes programas sociales y médicos que iban en ayuda a los más necesitados. tenían comedor gratuito, hacían rehabilitación para drogadictos y prestaban servicios de asistencia legal.

El lema era “igualdad social y justicia racial” sin embargo, Jones se vio rápidamente juzgado por unos informes que hablaban de una conducta negativa. Según señalan ex miembros, eran forzados a abandonar sus pertenencias, hogares e inclusive la custodia de sus hijos.

En 1977, tenía cerca de 20.000 seguidores y su paranoia y aires de grandeza hizo que se sintiera perseguido por el servicio de inteligencia estadounidense. Fue en ese momento que mudó su iglesia a un lugar más lejado: Guyana.

Jim Jones fundó “Jonestown”. Aquí prometió fundar los cimientos de su utopía socialista, sin embargo, nada presagiaba su sangriento final.

El lugar era un terreno extenso, pero los suelos eran pobres y no había mucha agua dulce disponible cuando la congregación aumentó muy rápido y se sobrepobló.

A las personas que llegaban se les confiscaban los pasaportes y medicamentos. Hubo una plaga de mosquitos que trajo consigo las clásicas enfermedades tropicales. Esto hizo que “Jonestown” fuera todo menos la idea paradisíaca que Jones pretendía vender. En un momento dispuso guardias armados que se dedicarían a patrullar el lugar e instauró largas reuniones nocturnas.

Jones ya había perdido el juicio. Se volvió adicto a las drogas y contaba con su propio trono en el edificio principal. Se comparaba con Vladimir Lenin y el mismísimo Jesucristo.

Decía que los medios de comunicación y el gobierno querían destruirlo. Su mente enferma comenzó a ejecutar acciones extrañas en el supuesto  que fueran invadido desde el exterior. Una de esas fue los simulacros de suicidio masivo.

De acuerdo al HuffingtonPost, lo que vino después es la historia conocida.


Una de las historias fue la pareja conformada por Tim y Grace Stoen. Ellos seguían a Jones desde sus inicios. En 1972 Grace tuvo un hijo a quien llamó John Stoen, pero extrañamente Jones afirmó ser el padre del bebé. Lo raro es que Tim había firmado una declaración jurada donde confirmaría que Jones era el padre.

A los años, Grace decidió abandonar la iglesia, pero dejó al pequeño con Jones creyendo que el mundo exterior sería peligroso para él. Luego intentó recuperarlo a través de los tribunales de Estados Unidos pero no lo logró al descubrirse que su hijo se encontraba entre los 300 cadáveres de Jonestown.

El caso de Grace llegó hasta el congresista de California, Leo Ryan. Él ya conocía algunas historias de familias retenidas en contra de su voluntad en Jonestown, por lo que tomó la decisión de viajar hasta el lugar para investigar.

En noviembre de 1978 el congresista llegó a Guyana junto a un grupo de periodistas, fotógrafos y familiares preocupados por sus familias retenidas en Jonestown.

En el lugar se encontró con un grupo pequeños de miembros que deseaban desertar, además, un hombre atacó a Ryan con un cuchillo pero falló.

Cuando el grupo se disponía a despegar, Jones envió a unos hombres armados llamados “La Brigada Roja” y abrieron fuego contra ellos. Ryan murió en el lugar junto a un desertor y 3 periodistas y quedando otros 11 heridos.

Los otros sobrevivieron huyeron hacia la jungla. El caos ya se había desatado en Jonestown.

Jones rápidamente ejecutó el plan “Noche Blanca”. Todos los miembros del templo fueron llamados una vez más como en otros simulacros en caso de  que las agencias estadounidenses los atacaran.

En esos simulacros, se le daban alternativas: podían quedarse a luchar contra los invasores, irse a la URSS o a la jungla Guyana o aceptar el “suicidio revolucionario”.

Si escogían el suicidio, Jones los ponía a prueba y les pasaba unas copas con un líquido en su interior. Supuestamente era veneno y debían beberlo. Nunca nadie lo rechazó aún sabiendo que algún día realmente podían estar ingiriendo veneno de verdad.

Sin embargo, ese fatídico 18 de noviembre sería distinto. No era un simulacro, Jones planeaba matar a todos.

Las primeras víctimas serían los niños. Sus propios padres y enfermeras les dieron una potente mezcla en jeringas que contenían cianuro, sedantes y polvo de jugo de fruta y que hicieron tragar a los pequeños.

Luego vinieron los adultos. Todos hicieron fila para beber el veneno rodeados de guardias armados.

Al llegar los funcionarios guyaneses se encontraron con una desoladora imagen: más de 900 de cadáveres esparcidos por todo el lugar. El cuerpo de Jim Jones también fue encontrado pero con un disparo en la cabeza quizás autoinfligido.

La cifra total de fallecidos fue 909 siendo niños un tercio de esa cifra. Muy poco alcanzaron a huir hacia la selva y posteriormente rescatados.

Un oscuro evento que quedó registrado en la historia de la humanidad.


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