Sus hermanos recibieron adopciones rápidamente mientras Andrew, fue enviado a un hogar temporal con la familia Gill. Ellos se dieron la oportunidad de conocerlo y quisieron que se quedara para siempre.
Andrew tenía 10 años cuando debió enfrentarse al complejo proceso de conseguir quien lo adoptara, un proceso que a veces se vuelve traumático para los niños y las familias.
Andrew fue rechazado varias veces mientras veía como sus hermanos encontraban un hogar definitivo. Su expediente de conducta no ayudaba y por ello era descartado. Este chico estuvo en un hogar desde los 6 años hasta que fue enviado con la familia Gill.
“Durante su primera semana con nosotros, se sentó en su habitación con la puerta cerrada y miró fotografías antiguas. No quería hablar “ de a poco la familia Gill empezó a conocer a Andrew hasta que un día le ofrecieron quedarse para siempre. “El amor no tiene color” dice Andrew, un niño que al fin es feliz, después de años buscando un lugar en el mundo.
Fue una familia afroamericana quien adoptó a este niño blanco y eso, puede parecer extraño, pero el amor va más allá de lo físico y lo estético.
La historia de Andreww comienza cuando su ahora hermano, Joc, lo invitó a jugar videojuegos. Fue así como ambos se convirtieron en amigos.
Cuando Andrew aceptó quedarse en la familia, le hicieron una fiesta donde todo era pura felicidad.
“Nuestra mentalidad era que lo ayudaríamos hasta que encontrara su hogar para siempre. Pero después de que la segunda adopción no funcionó, me di cuenta de que Dios puso a Andrew en nuestras vidas por una razón. Dios se aseguró de que la adopción no funcionara para que pudiera regresar con nosotros.
“Desde el principio, Andrew siempre ha dicho ‘Gracias por aceptarme’, ‘Gracias por no rendirse conmigo’. La gente leía su expediente y se asustaba. Pero sabía que era un buen niño que había experimentado mucho trauma “.
El color no importa. Recordemos que lo esencial es invisible a los ojos.
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