Enfermera Adopta Y Brinda 5 Años De Amor A Bebé Destinada A Morir

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“Si va a vivir una vida tan cortita sería bueno que tuviera una mamá” Pensó la enfermera que adoptó a la pequeña Zoe.

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Nuria Peréz es una enfermera argentina con un corazón gigante. Ella trabajaba en la sala de neonatología y conoció a una bebé que necesitaba de ella más que otros.

Zoe era una bebé recién nacida que había sido abandonada.

Zoe padecía Hidranencefalia, extraña enfermedad que hace que la pequeña en vez de hemisferios cerebrales, tenga dos bolsas de líquido en su cabeza, por lo que se pensaba que sólo viviría un año.

“Al no tener sus hemisferios formados no podía ver, tampoco escuchar, obviamente no iba a poder caminar. Pero sí tenía formado el tronco cerebral, lo que hacía que el funcionamiento de sus pulmoncitos y de su corazón estuvieran activos”, dijo Nuria en conversación con Infobae

.

Las semanas pasaban y la niña seguía en el hospital Eva Perón en Santa Lucía, Argentina y Nuria decidió que debía ayudarla.

Nuria era madre de un niño de 9 años y por eso no podía entender que alguien abandonara a esa bebé. “Los niños en esa situación siempre son particulares para nosotros, el contacto es bastante mayor que el que tenemos con un bebé que tiene a su mamá y su papá para que lo asistan. Zoe no era mi paciente, pocas veces la asistí, pero igual siempre pasaba a verla y me quedaba un ratito con ella”, dijo.

“Un mes después de conocerla, mes y medio, le dije a mis compañeras: ‘Yo voy a ser la madre’”, agregó.

“Pensé: ‘Si va a vivir una vida tan cortita sería bueno que tuviera una mamá, un hermano, abuelos, tíos, primos, una casa, una cama, su ropita, sus juguetes’. Creo que hay muchas maneras de ser madre, y la adopción era una manera distinta a la que yo conocía“

Nuria descubrió que la madre de Zoe era una chica sin la situación económica para hacerse responsable de la pequeña. Nuria habló de adoptar a Zoe con su familia y todos la apoyaron.

“Yo siempre la traté como a cualquier niño. Nunca en mi cabeza estuvo que ella sufría o ‘pobrecita, mi bebé’. La llevaba a la plaza, la subía a la calesita, salíamos a comer en familia con ella: cosas normales que capaz que los padres de un niño con una discapacidad no se animan a hacer”, contó.

“Obviamente que tuvimos miedos, inseguridades, mucho más cuando se acercaba la fecha límite. Más allá de que uno supiera que en algún momento iba a suceder, nunca estás preparado para la muerte, mucho menos la de un hijo”, añadió.

Los años pasaron y la niña cumplió 5 años, pero en agosto del 2019, Zoe falleció luego de 4 años más de su expectativa de vida debido a una complicación respiratoria.

“Obviamente que tuvimos miedos, inseguridades, mucho más cuando se acercaba la fecha límite. Más allá de que uno supiera que en algún momento iba a suceder, nunca estás preparado para la muerte, mucho menos la de un hijo”, añadió.

Nuria tuvo que tomar “la decisión más difícil de mi vida”. “Es que tal vez la reanimaban y salía y podía volver a casa, o tal vez quedaba intubada en un hospital hasta el final, prolongando la agonía, que era lo que ninguno de nosotros quería para ella”, se excusó.

Nuria aún siente dolor por perder a la pequeña Zoe, pero se siente orgullosa y agradecida de haber podido darle un hogar, mucho amor y a una madre que la quiso con todo su corazón.


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