En 1937, Una Niña Pequeña Fue Encontrada Abandonada En Un Cerro. Esta Es Su Historia

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No pudieron descubrir quién era sus padres; recién a sus 80 años, supo toda la verdad.

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Esta es la historia de una pequeña de apenas un año de vida que fue abandonada en un cerro al sur de Inglaterra. Cuando fue encontraron, estaba atada de las manos y no había señales de sus padres. Por muchos años Anthea Ring buscó saber por qué la dejaron en ese lugar para que muriera completamente sola.

Era el verano de 1937,  cuando la pareja conformada por Arthur y Margareth se encontraba de paseo por una colina junto a su hijas, Elizabeth y Jane. El sol pegaba fuerte y no habían muchos árboles para protegerse de los rayos solares.

En un momento, la mujer dijo: “hay un bebé ahí”.

Rápidamente la familia tomó a una pequeña niña rubia en brazos. Llevaba un vestido rosado, tenía picadas de insectos y su manos estaban atadas por delante. Parecía tener un año de edad aproximadamente.

La familia quedó sorprendida por lo que reportó el abandono a la policía. Tiempo después decidió adoptarla cuando vieron que no había ninguna información de los padres de la niña ni cómo llegó hasta ese lugar. La llamaron Anthea y creció sin saber nada acerca de su pasado. De hecho,  siempre creyó que sus padres adoptivos eran sus verdaderos padres.

A los 9 años, un vecino le contó la verdad: ella era adoptada. Esa vez fue la primera en quiso saber la verdad pero debido a su edad, sus padres prefirieron ocultarle información. “Ellos me contaron que me habían abandonado en la puerta del Hospital Worthing cuando era una bebé” contó Anthea a la BBC.

A los 15 años se fue de la casa y empezó a trabajar en una tienda por departamentos en el centro de Londres. Estudió enfermería y se casó. Tuvo dos hijos, Jonathan y Christine.

En una visita a sus padres, les llevó fotos de su hija menor. Le dijeron que tenía un gran parecido con ella y decidieron contarle la verdad sobre su pasado. Le mostraron un recorte de un periódico con la imagen de un bebé.

Ahí Anthea se enteró que su familia la había encontrado en una colina de Worthing en 1937 y sintió mucha pena por su pasado; estaba en schock.

Pasaron los años, fue abuela y aún no tenía rastro de su verdadera familia. En 1994, decidió contactar a un grupo llamado Norcap, que se encarga de apoyar y ayudar a adultos adoptados buscando información sobre su pasado.

Lo único que se sabía era que el policía que llevó su caso hace 57 años, había llegado a la conclusión que Anthea no sería de ese lugar porque hubiese sido imposible mantener un secreto de ese tipo en una comunidad tan pequeña. Él creía que la niña era de Londres y fue llevada en tren hasta ese lugar.

Luego de haber sido encontrada, fue llevada al hospital donde estuvo 6 meses allí, mientras encontraban a sus padres biológicos.

A los 75 años, se sometió a una prueba de ADN donde supo que tenía un 92% de origen irlandés y estaba emparejada con familiares de Estados Unidos e Irlanda por el lado materno. Cuando fueron contactados, decidieron ayudarla con su caso.

En abril de 2016, la genetista Julia Bell se contactó con Anthea, quien junto a la genealogista Angie Bush, estudiaron su caso. Estaban muy seguras de que sus padres tenía el apellido “Coyne”, del condado de Galway y  “O’Donnell” del condado Mayo.

Lo más cercano era de una de las 7 hijas de un hombre llamado John O’Donnell y que habría sido la madre de Anthea. Una de ellas se llamaba Ellen y nació en 1911 y su nombre oficial era Helena. Al  descubrirse el nombre real, la especialista pudo encontrar los registros de nacimientos ilegítimos en Inglaterra e Irlanda de 1936. En ellos apareció una tal Lena O’ Donnell, madre soltera… Lena y Helena, podían tratarse de la misma persona.

La historiadora aficionada irlandesa, Catherine Corless, logró descubrir que Lena O’Donnell se casó en Irlanda en 1945 luego de siete años de que fuera abandonada Anthea. Tuvo otro cuatro hijos y uno de ellos aceptó que le realizaran una prueba de ADN, en abril de 2017. Por fin se pudo confirmar parte de la verdad: eran medio hermanos.

Su verdadero nacimiento fue el 20 de noviembre de 1936 y su nombre era Mary Veronica. Según los registros de la época, la joven madre pasó por una organización de beneficencia de ayuda a madres solteras. Pero ya para el 18 de diciembre se le perdió el rastro a un mes de nacida la bebé. Luego volvió a aparecer en 1939, cuando su nombre apareció en una boleta electoral; sin embargo, no había información de Mary Veronica.

Las investigadoras creen que Lena no habría abandonado a su hija sino que “intentó quedarse con su bebé”.

Existe información de la época donde se revela que habían mujeres que se hacían cargo de los hijos de otras mujeres y que hubo ocasiones en que los vendían a otras parejas. Eso creen que ocurrió. Alguien habría vendido a Anthea cerca de Worthing y salió mal.

Luego se descubrió quién fue su padre. La posibilidad más cercana era de 6 hermanos que fueron descartados uno a uno a través de pruebas de ADN a los hijos y nietos de ellos. Sin embargo, dos de ellos, Patrick y Phillip, no tenían descendientes directos. Las muestras de ADN se tenían que tomar de alguien vivo pero ambos murieron hace años. Afortunadamente, pudieron sacar muestras de Patrick en los sobres de correspondencia que el hombre le enviaba a una sobrina. Los resultados determinaron que Patrick Coney era el padre biológico de Anthea.

Por fin, y luego de 80 años, Anthea pudo reconstruir su historia. Cuenta que no mantiene contacto con su familia por el lado materno pero si con la de su padre. Según manifestó, “Nunca sabremos si Patrick sabía de mi existencia. No se casó y en una ocasión había dicho que fue porque le gustaba su independencia”.

Ellos son los padres de Anthea: Lena y Patrick.

Ya con su historia reconstruida, agradece la genética que heredó. Su salud es excelente pese a la edad. Además, tiene claro que su verdadera familia son Margareth y Douglas, sus padres adoptivos.


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